sábado, 14 de enero de 2012

"Y todo el que haya dejado casas,..tierras por mi nombre, recibirá cien veces más." (Mateo 19:29)

SIDNEY GOING



En 1961, a los 18 años, Sidney Going, quien poseía el Sacerdocio Aarónico, estaba convirtiéndose en una estrella de rugby en Nueva Zelanda. Debido a sus notables habilidades, muchos pensaron que el año siguiente sería elegido para la selección nacional de rugby “All Blacks”.

A los 19 años, en el momento crítico de su ascendiente carrera en el rugby, Sid declaró que iba a renunciar al rugby para servir en una misión. Algunos lo llamaron loco; otros lo llamaron tonto. Argumentaron que quizás su oportunidad en el rugby nAlineación a la izquierdaunca volvería.

Sid no se preocupaba de lo que dejaba atrás, sino de la oportunidad y la responsabilidad que tenía por delante. Él tenía el deber del sacerdocio de ofrecer dos años de su vida para declarar la realidad del Señor Jesucristo y de Su Evangelio restaurado. Nada, ni siquiera la oportunidad de jugar en la selección nacional, con todos los elogios que ello traería, le impediría cumplir con ese deber.

Fue llamado por un profeta de Dios a servir en la Misión Canadá Occidental. Hace cuarenta y ocho años , el élder Sidney Going, de 19 años, salió de Nueva Zelanda para servir como misionero de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Sid me contó una experiencia que tuvo en la misión. Era de noche y él y su compañero estaban a punto de regresar a su apartamento; pero decidieron visitar una familia más. El padre los dejó entrar; el élder Going y su compañero testificaron del Salvador; la familia aceptó un Libro de Mormón y el padre leyó toda la noche. En la siguiente semana y media él leyó todo el Libro de Mormón, Doctrina y Convenios y la Perla de Gran Precio. Después de unas semanas, la familia se bautizó.

¿Una misión en vez de un puesto en el equipo “All Blacks” de Nueva Zelanda? Sid respondió: “La bendición de traer a [otras personas] al Evangelio sobrepasa cualquier cosa que [uno] pudiera sacrificar”.

Probablemente se estén preguntando lo que ocurrió con Sid después de la misión. Lo más importante: un matrimonio eterno con su querida Colleen; cinco nobles hijos y una generación de nietos. Él ha vivido su vida confiando en su Padre en los Cielos, guardando los mandamientos y sirviendo a los demás.

¿Y el rugby? Después de su misión, Sid Going se convirtió en uno de los centrocampistas más grandes de la historia de los “All Blacks”; jugó 11 temporadas y fue el capitán del equipo por muchos años.


¿Qué tan bueno fue Sid Going? Fue tan bueno que los horarios de entrenamiento y de juego se cambiaron porque él no jugaba los domingos. Sid fue tan bueno que la reina de Inglaterra reconoció su contribución al rugby10; fue tan bueno que se escribió un libro sobre él titulado Super Sid.

¿Qué pasaría si Sid no hubiera recibido esos honores después de la misión? Uno de los grandes milagros del servicio misional en esta Iglesia es que Sid Going y miles como él no se han preguntado: “¿Qué recibiré de la misión?”, sino “¿qué puedo dar?”.

Me encanta reunirme con misioneros por todo el mundo. Recientemente, mientras visitaba la Misión Australia Sydney, ¿saben con quién me encontré?; con el élder Sidney Going, la leyenda del rugby de Nueva Zelanda. Ahora, a los 67 años, es misionero otra vez, pero esta vez con una compañera de su propia elección: la hermana Colleen Going. Él me contó de una familia a la que enseñaron. Los padres eran miembros, pero habían estado menos activos en la Iglesia por muchos, muchos años. El élder y la hermana Going ayudaron a reavivar la fe de esa familia. El élder Going me contó del poder que sintió cuando estaba junto a la pila bautismal, al lado del padre de la familia, mientras el hijo mayor, quien ahora posee el sacerdocio, bautizó a su hermano y a su hermana menores. Él expresó el gozo de contemplar a una familia unida en busca de la vida eterna juntos.


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